Bienvenidos al segundo acto de @yalitzaapariciomtz Han pasado 4 años desde que Yalitza Aparicio saltó a la fama global. Y después de una nominación al Oscar, su nombramiento como embajadora de buena voluntad de la ONU, una campaña global para Dior, su reciente suma como embajadora de Cartier y un sinfín de opiniones en internet alrededor de su imagen, Yalitza se presenta de nuevo. En el 2018 Yalitza causó olas al convertirse en la primera y única actriz indígena mexicana en ser nominada al Oscar. En aquel entonces, presentándose al mundo, la actriz favorecía un guardarropa salido de un cuento de hadas; vuelos, plisados y transparencias en rosa pastel, metálicos y celestes. Su camino al Oscar culminó en la alfombra roja del evento con un Rodarte en tul verde menta de un solo hombro y detalle de plisado. En su momento — y hasta hoy — Yalitza ha deslumbrado como un historia de inspiración. La población indígena en México es la más discriminada, con las mujeres indígenas estando en una situación de vulnerabilidad más acentuada. Llevándolas a poco acceso a oportunidades de educación y empleo. Previo a ser actriz Yalitza ya había roto este molde, siendo maestra. Tristemente, mientras el mundo de Yalitza cambia, no muchos parecen querer avanzar con ella, a la sociedad mexicana parece gustarnos contemplar a la población indígena como piezas que se han quedado inmóviles en el tiempo y aunque México cambie, estas comunidades no deben ser invitadas a avanzar también — el periódico el Heraldo hace poco relució su racismo comparando a Aparicio con otra actriz mexicana y señalando como la belleza de Aparicio había sido ‘superada’. Contra detractores y críticos, hoy, en una plataforma más grande y tras 4 años de esperar el papel indicado, Yalitza regresará con ‘Presencias’ de Luis Mandoki. Hoy, Yalitza no es la actriz que vive un cuento de hadas. En las portadas de revista Yalitza es una mujer orgullosa de sus raíces tanto como una actriz audaz sin miedo a reinventarse. Ya sea vistiendo diseñadores mexicanos o marcas europeas, trasciende su presencia. La de una mujer que se mueve con el tiempo, en una sociedad que le gustaría verla estática.