La primera foto es del lugar donde pasé la noche del 13 de julio de 2021. Unas horas antes, el régimen de Maduro había emitido una orden de captura en mi contra y tuve que resguardarme para evitar ser detenido arbitrariamente por una dictadura que desaparece, tortura y asesina a sus disidentes. La segunda foto es de donde estoy pasando las noches desde el mes de febrero de este año. Ya hace un año mi vida dio un vuelco de 180°. Todos mis planes, mis sueños y mi visión se vieron trastocadas por el simple hecho de no poder vivir en libertad en mi país. Pero uní mi voz a la de Job, diciendo «El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; ¡bendito sea el nombre del Señor!». Hace un año no me hubiese imaginado que un año después estaría donde estoy. Todavía pensar en Venezuela me roba largos minutos y horas todos los días, pero pongo mi futuro en manos de aquél que me llevó de la mano en momentos de dificultad, aquél en quien deposito mi confianza y con quien todo fluye de la mejor manera: nuestro Padre del cielo. ¿La verdad? No se donde estaré el año que viene, pero cada día tengo más herramientas para hacer frente a los retos que se me presentan y para ser más útil a los demás. ¡Vamos a ello!