Me prometí que los 30 no iban a pesarme porque cuando ves las crisis de edad en perspectiva, todas ellas son ridículas. Racionalicé todo aquello que me da paz de tener mi edad y estar parado en donde estoy; me aseguré de repetirme todas las cosas por las que estoy agradecido, pero más importante, todas las personas por las que me siento bendecido; hasta publiqué un artículo sobre porqué perderle el miedo a cumplir años... y esta semana, sin esperarla ni invitarla, llegó. La angustia. Supongo que no es verdaderamente “el miedo a cumplir años” sino los atajos que crea nuestra mente para definir ciclos y que nos obliga a autoevaluarnos. Arrojar luz sobre todo lo positivo que queremos ver en el camino recorrido nos obliga también a matizar los rincones de oscuridad, aquellos que no hemos logrado alumbrar o esos otros donde simplemente se apagó la vela. No somos sin nuestros claroscuros y aunque verlos de frente cuesta, cuesta más ignorarlos. A mí mismo: Olvídate de los caminos que no recorriste y los destinos a los que no llegaste o nunca vas lograr ver lo que viene delante. Deshazte de la carga de sobra y lleva solo lo necesario (tu red de apoyo y la experiencia son suficientes). No planees demasiado las cosas, la vida siempre tiene otros planes. Cuídate, quiérete, celébrate y diviértete. Y como decía Manuel Álvarez Bravo, “hay tiempo, hay tiempo”. Agradecimiento especial a @ximenamorfin por cumplir mi fantasía cumpleañera de tomarme esta foto.